Inventos

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Por fuera del confesionario había una plaquita que rezaba: «Aquí se respeta el derecho a la intimidad y los datos personales». Y el lugar era frecuentado por creyentes.

«La fe es ciega» argumentaba una plaquita que nadie mencionaba en la sede de la organización de invidentes. Los que la veían, hacían un esfuerzo por darlo por hecho.

En el ascensor había una plaquita metálica, tachada con rotulador negro grueso, que decía: «Máximo 16 personas». Junto a ella, escrito con el mismo rotulador, se leía: «Máximo de gente 16».

En las calles adyacentes se concentraban la media docena de casas de apuestas de la ciudad, pero en aquella no había ninguna. Justo en la casa de la esquina fue donde se ahorcó un vecino, allí donde está la placa con el nombre de la calle que dice «Calle el juego».

Entre tanta escritura creativa en aquella pared era difícil encontrar la placa que advertía: «Prohibido pintar la pared». Si no fuera por el marco dibujado que la rodeaba…

Debe ser la fiebre por la infección de garganta, que tragar me atraganta, me faltan las palabras y me pregunto: ¿Quién inventó las placas?

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