Lobisón

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La manada de lobos iba encabezada por un hombre harapiento cada vez que atacaba. Era el peor de las fieras; porque sabía que, si no conseguían lo suficiente, se lo comerían en cualquier momento.

Nunca pensó en que brotase una pizca de piedad o cariño por parte de las bestias: estaba convencido de que aquello eran cosas de humanos. Sin embargo, él, el hombre, cada día se convertía en la peor alimaña para alimentar a la manada y aplacar unos instantes su propio miedo.

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