Poegosía

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Para un público exclusivamente de poetas, ninguno de los dos declamaba: ¡ni loco! Eso sí, con falsa timidez, se pidieron sus escritos para verlos y los leyeron en silencio, reprimiendo cualquier cosa que no fuera una sonrisa leve. Los dos vieron faltas de comas o espacios; allí debería llevar exclamaciones, sub líneas o alguna expresión más elegante que las usadas. Sin embargo, ninguno de los dos verbalizó nada para opinar mal del otro, ni bien tampoco.

Se devolvieron sus obras y, sin hacerlo patente en ese momento, crecieron. Creció el ego de cada uno inmensamente y se replantearon declamar de lo suyo; pero aparentaban la camarería de dos compañeros, de dos iguales, que en realidad se creían tan distintos y distantes.

Había que alejarse mucho para apreciar que la poesía puede ser manjar de dioses, pero siempre obra de humanos.

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